lunes, 2 de febrero de 2009

Alto Bio Bío - Suboficial Honorio Un singular personaje en la historia de Carabineros


En un hecho inédito en el país para un civil, cuando el alto mando de la institución le concedió el grado de suboficial pese a no haber sido miembro de Carabineros por sus más de 50 años al cuidado de la avanzada de Trapa Trapa, en Alto Biobío.

El suboficial "ad honorem" Honorio Obreque Jara, una verdadera leyenda de Carabineros en la Provincia de Biobío, dejó de existir a fines de agosto de 2001, cerca de las 6,40 horas en el hogar de ancianos de la localidad de Santa Bárbara.

Este verdadero personaje estuvo durante más de 50 años al cuidado de la avanzada de Carabineros de Trapa Trapa, en Alto Biobío, hecho que le valió el reconomiento del alto mando de la institución que le concedió el grado de suboficial pese a no haber sido miembro de Carabineros, en un hecho inédito en el país para un civil.

Por eso, el suboficial Honorio fue sepultado con todos los honores de reglamento en el Cementerio de Santa Bárbara, luego de una misa por el eterno descanso de su alma en la parroquia de esa localidad.

Don Honorio Obreque nació en la localidad de Alcapán, cerca de la comuna de Laja, cuando la zona era conocida como el departamento de La Laja. Su fecha de nacimiento es imprecisa dado que si bien figura inscrito en el Registro Civil en 1915, el acta de bautismo data de siete años antes, un 22 de noviembre de 1908 (habría tenido 91 años a la hora de su muerte). Su historia con Carabineros comenzó hacia el año 1940 cuando le entregaron el cuidado de la avanzada de Carabineros de Trapa Trapa, unos 170 kilómetros al oriente de Los Angeles, cuando el personal de servicio de la institución que cumplía la misión de resguardo de la soberanía debía abandonar el recinto en los meses de invierno.

Su condición de encargado del lugar les hizo posible vivir y compartir con un sector habitado principalmente por indígenas. Hace 60 años no había un camino que comunicara con Trapa Trapa y el intercambio comercial se realizaba con los vecinos trasandinos.

En los tiempos de la avanzada compartía amenamente las jornadas con los funcionarios policiales relatando su largo cúmulo de historias, gracias a una memoria prodigiosa e inagotable. Llegaba al punto de recordar con precisión los nombres de lugares, personas y hechos. Además, como amplio conocedor del lugar, colaboraba en las patrullajes de reconocimiento y protección de la soberanía nacional.

Aunque nunca contrajo matrimonio, fue padre de seis hijos, con uno de las cuales vivió hasta que su estado de salud lo obligó a trasladarse al hogar de ancianos de Santa Bárbara, donde vivió sus últimos días.

Tras cumplir 50 años de resguardar la avanzada, don Honorio se hizo merecedor del grado de suboficial ad honorem concedido por el Alto Mando Institucional. Ello le permitió obtener una pensión y vestir con orgullo el uniforme de Carabineros con los grados respectivos. Entre fines de 1996 y principios de 1997, nuevamente la institución le reconoció su trayectoria y le permitió concretar dos de sus anhelos más grandes: conocer el mar (estuvo en Talcahuano, en el monitor Huáscar) y estar en Santiago.

Un sueño cumplido

"Impecablemente vestido con su uniforme de Carabinero, don Honorio nos esperaba en la tenencia de Ralco, en Alto Biobío. Sentado junto a una estufa a leña, lee con detenido afán un folleto acerca del Huáscar. Recién el día anterior volvía de su aventura (había conocido el mar por primera vez).

(...) Pese a su espalda encorvada por muchos años de rudo trajín, aún se mantiene activo y con una picardía de siempre. Volvía de su reciente aventura para internarse en las cumbres cordilleranas del Alto Biobío junto a la única hija que le hace compañía. Aún no se convence de haber estado en el mar. Presumía que había visto un pedacito que no lo era. Nos pregunta si efectivamente fue cierto. No imaginaba tanta vastedad, esa enorme inmensidad.

Comienza su relato asombrado de las comodidades del Huáscar, del viaje por aire, con todo lujo de detalle, con fechas, nombres y situaciones, como siempre ha sido su tónica. También nos relata aspectos de una vida llena de mil historias. Supo que había cumplido un anhelo, un sueño de niño, que por fin pudo realizar tras más de 80 años de espera.

Pero nos advierte. Aún tiene que conocer Santiago. Ahí vive su hijo, el mismo con quien se reencontró después de 40 años. Dice que aún tiene tiempo para eso."

Extracto de la nota de prensa publicada en La Tribuna el 12 de noviembre de 1996.

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