Cabrero se ubica a los 37° 00" de latitud Sur y a los 72° 23" de longitud Oes- te, al NO de la provincia de Bío-Bío, en el centro de la Octava Región y en la mitad longitudinal y transversal de Chile. Es una pequeña ciudad, "entidad urbana que posee más de 5.000 habitan- tes", desde mediados del la década del 70, en el censo de ese año tenía 3.215 habi- tantes, pero en los años 74-75 hubo la gran migración de Colicheu-Corfo, que trajo a cientos de familias de aquellos antiguos sectores de la comuna a Cabrero, más la incorporación de nuevos territorios, permitió que en el censo de 1982 se duplicara su población.
"La ciudad no es sólo su suelo urbano en que está emplazada, sino que es el producto de su relación con su medio más inmediato, lo que actualmente llamamos región... es además la expresión de sus organizaciones sociales de los hombres, de sus objetivos, de la capacidad para organizarse y darse un espacio humano". Con todos los servicios básicos funcionando, su propia radioemisora (Crea- ción F.M. Stereo), una creciente industrialización, aumento de la actividad comer- cial y el mejoramiento de la red vial e infraestructura urbana, la han convertido en una ciudad pujante y de mayor crecimiento en la zona. Por supuesto, el progreso ha traído los problemas de contaminación ambiental, el desapego de sus habitantes al entorno natural y a las antiguas costumbres rurales.
El fácil acceso a las capitales provinciales y regional, los medios de comuni- cación y de información han cambiado notoriamente las formas de vida de sus ha- bitantes. Atrás quedaron los largos viajes en carretas, que a Concepción duraban una semana, los hornos de barro y de lata para cocer el pan amasado, los hoyos y pozos enladrillados para extraer el agua cotidiana, los vendedores de leña, carbón, avellanas, castañas y piñones, las fiestas religiosas populares como la de La Cande- laria, Cruz de Mayo y San Juan, los juegos callejeros del trompo, bolitas y chupe. Con el tiempo quedarán atrás, también, la muerte de chancho, las huertas caseras, los porotos con tallarines, los chirigües, la mistela, el lechero, el pescadero y el repar- tidor de pan.
El trabajo permanente y asalariado ha creado mayores expectativas en el mejoramiento del bienestar para las familias, generando nuevas costumbres en sus habitantes. Es común ver cómo en períodos de pago los trabajadores y sus familias concurren masivamente a los centros comerciales de las grandes ciudades para ad- quirir diversos productos, cancelar las tarjetas de créditos, hacer pedidos y ponerse a la moda en vestuario, accesorios y tecnología. El proceso de influencia rural de las primeras décadas ahora se revierte, los adelantos tecnológicos, la modernización de las fuentes laborales y el acceso per- manente y más rápido a formas de vida muy urbanizadas terminarán por conquis- tar definitivamente a sus habitantes. Queda una importante tarea de recopilar to- das aquellas costumbres y formas de vida que permitieron vivir por décadas a los antiguos cabrerinos, los que por diversas razones se han diseminado a lo largo y ancho de nuestro país.
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