jueves, 5 de febrero de 2009

Cabrero - El ferrocarril del sur


Sin duda, el elemento decisivo en el surgimiento del caserío de Cabrero fue la prolongación del ferrocarril entre Chillán, Concepción y Talcahuano, autorizada por ley del 13 de diciembre de 18624. El estudio presentado por el ingeniero Pascual Binimelis, sobre las ventajas del trazado que debía seguir la prolongación del ferrocarril del sur por Florida y Cajones de Palomares, encontró una fuerte oposición en diversos sectores, en la que jugó un destacado papel el periódico El Correo del Sur. El gobierno de Manuel Montt quiso terminar con el problema nombrando, en enero de 1863, una comisión de expertos a cargo del ingeniero Guillermo Lloyd, la que tendría la misión de es- tudiar exhaustivamente las alternativas propuestas.

Lloyd "...emprendió el viaje, estudiando con gran atención el terreno por donde debía pasar el ferrocarril.., dirigiéndose enseguida hacia las riberas del Bío Bío y de la Laja, sitios designados por otros ingenieros". Luego elaboró un informe sobre la ruta que ha de preferirse para la nueva línea férrea, concluyendo que la ruta del Bío-Bío era la mejor alternativa, ya que tendría un mayor tráfico y seguri- dad, un menor gasto en su explotación y mayor longitud, favoreciendo una mayor cantidad de territorio y población. Más tarde "el gobierno, con fecha 28 de mayo de 1869, contrató con D. Juan Slater la construcción del ferrocarril entre Chillán, Concepción y Talcahuano, por la suma de $ 3.920.000, que incluía material y equipo. Esta línea se entregó el 10 de julio de 1872"6. Los enormes progresos y ventajas que trajo el nuevo medio de transporte permitieron a los aislados habitantes de estas comarcas desarrollar el comercio y nuevos estilos de vida.

La estación se constituyó en el centro social y económico de los nuevos poblados. Ejemplo de lo anterior es que las calles más cercanas se trans- formaron en principales y puntos neurálgicos de sus actividades, la estación fue el lugar del paseo diario para ver la pasada del tren y la hora en su hermoso reloj de péndulo, que hasta nuestros días funcionan. Lentamente los caminos de tierra, provenientes de los más diversos luga- res, empezaron a conectar con las estaciones, llegando el ferrocarril a su máximo esplendor a mediados de siglo. Luego viene el decaimiento, se mejoran los caminos y otros medios de transporte, y los cientos de estaciones y sólidos carros comien- zan a abandonarse. Algún día se escribirán obras que rescaten aquella inolvidable vida ferroviaria, desde la ventana de un viejo vagón o de un abandonado asiento de estación, entonces volveremos a soñar.

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