lunes, 2 de febrero de 2009

Alto Bio Bío - Nicolasa Quintreman


“Ni muerta me sacarán de mis tierras” vociferaba Nicolasa Quintremán a quien quisiera escucharla en Chile y el mundo.

Pero quien fuera el “rostro” de la resistencia pehuenche a la construcción de la central Ralco, finalmente terminó cediendo a fines del 2002 a los millonarios ofrecimientos económicos y de tierras de la compañía (200 millones de pesos, 70 hectáreas de tierras, entre otros). Meses más tarde, y con la mediación del Gobierno, las otras tres familias que rehusaban entregar sus tierras finalmente depusieron su actitud y aceptaron las ofertas.

Pero fue este cerrado grupo de mujeres, que dieron forma a la organización Mapu Domuche Newén (Mujeres con Fuerza de la Tierra), el que durante años mantuvo en vilo un millonario proyecto energético, en un hecho único en la historia de los grandes proyectos energéticos.

Apelando a todas las herramientas a su alcance y con el apoyo de abogados y legisladores ambientalistas, fueron capaces de paralizar en dos ocasiones las faenas (de agosto 1997 a enero 1998 y en septiembre 1998 – enero 1999) y conseguir que su voz se escuchara allende las fronteras del país. También lideraron los varios cortes de caminos y los intentos por detener las grandes maquinarias que iban a la zona de las obras, por lo que incluso fueron requeridas por la justicia.

Cientos de colaboradores de lo más diversos puntos del país y del extranjero, especialmente Europa, para formar un verdadero contingente que prestaba todo tipo de apoyos.

Pero ayer, al menos de parte de la empresa, esta oposición a la central fue sutilmente soslayada durante la ceremonia de inauguración de la planta. El impresionante despliegue de seguridad (tres equipos del Grupo de Operaciones Especiales, Gope, fuerzas antimotines, equipos de emergencia, entre otros detalles) fueron la muestra que algo podía suceder y había que estar preparados. Al cabo, la jornada fue de absoluta tranquilidad.

A la hora de los discursos, sólo el ministro de Economía y Energía, Jorge Rodríguez Grossi, se refirió a los problemas que enfrentó el proyecto Ralco. “(La central) enfrentó muchas dificultades (...) Fue motivo de debates, polémicas y cuestionamientos” dijo en un par de intervenciones aunque sin mencionar el punto específico de la controversia.

En el acto inaugural, sólo estuvo un reducido grupo de indígenas, varios de los cuales son dirigentes que participan en la Fundación Pehuén (entidad financiada por Endesa para la ejecución de planes sociales y productivos en las comunidades afectadas por la central).

De las hermanas Quintremán y del resto de los opositores por supuesto que no hubo comentarios, aunque sus nombres y sus acciones eran ampliamente conocidos por cada uno de los involucrados.

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